Eros

Eros
Cuando te ví desnuda me devoraron los perros

martes, 3 de marzo de 2009

Retrato de oscuro amor
tu aliento -frágil correa-
Arde en cada palabra:
Muere,
Agitado,
Silente.
Arena, átomo herido,
de tu cuerpo diré: piedra.
La serena inconsciencia:
Torrencial fiesta de polvo.
Cenizas, seremos pérdida,
Reencuentro amnesia.

domingo, 15 de febrero de 2009

Las Palabras

Dales la vuelta,
cógelas del rabo (chillen, putas),
azótalas,
dales azúcar en la boca a las rejegas,
ínflalas, globos, pínchalas,
sórbeles sangre y tuétanos,
sécalas,
cápalas,
písalas, gallo galante,
tuérceles el gaznate, cocinero,
desplúmalas,
destrípalas, toro,
buey, arrástralas,
hazlas, poeta,
haz que se traguen todas sus palabras.

Octavio Paz.

Biblia

De todos los murmullos el que más me gusta es el de las bibliotecas.Ttiqui tiqui, plaf, plaf, ssssssch, tak, bbrrrr. Una computadora excitada por las manos de alguien lejano, absorto en sus propios pensamientos, pasos que cada vez que avanzan se van diciendo silencio, un libro golpeado en un estante y una silla sacudida arañando el piso ofendida por la sorpresa de su ataque. Me gustan las voces que no alcanzan a ser voces, que hablan en susurros, como si la luz no entrara aunque sea de día y todo tiene que encontrarse a tientas. Los ojos rojos llenos de letras y polvo. Los escotes inapropiados sobre los muertos. Más que los libros me gusta la gente que escoge ese tipo de lugares para matar sus demonios a cuchilladas, riendo y llorando, con hastío o solemnidad.

sábado, 23 de agosto de 2008

Agathe

Esta canción de les Ogres de Barback me gusta mucho, me recuerda a mis amigos y a mí misma, también a Oliveira y a la ausencia de las Magas, al exceso de racionalidad con el que escogemos nuestras palabras para no mostrar lo que sentimos, a jugar a tener todo bajo control mientras muchos viven noches felices sin hacer tanta maroma y teatro.

No encontré un video de la canción o un concierto para subirlo. Le puse Agathe porque ella fue quien me mostró tantas cosas en el pequeño mundo de Condom, justamente Stephane, un profesor de filosofía me había prestado "La vida sexual de Emmanuel Kant" cuando ella me dió bastante música, me encantó. Y todo combinaba como nunca antes. Qué ternura de mujer, qué risa haber encontrado una pantera en una calle de Francia, de la cual sólo ella y yo tuvimos noticia, por supuesto nadie lo creyó, yo todavía sigo viendo sus ojos luminosos mientras pasabamos en el auto. Un misterio más, que buen regalo.

Moi Je

J'ai toujours su que j'allais te perdre Moi qui ne supporte pas le bonheur Moi qui ai toujours tout gâché J'ai toujours su que tu partirai Et si je suis insupportable, méchant, capricieux et médisant... J'ai toujours su que j'allais te perdre Moi qui ne supporte pas le bonheur Moi qui ai toujours tout gâché J'ai toujours su que tu partirai Et si je suis insupportable, méchant capricieux et médisant C'est que depuis l'âge du cartable Je n'ai jamais pu supporter les gens. Ceux qui emportent le sort De cette maudite race humaine En se disant que l'amour est fort Et de surcroît il vaut mieux que la haine. Moi qui ai toujours tout gâché Moi qui ne supporte pas le bonheur Toi qui voulut des enfants Moi qui n'en aurait jamais Moi qui n'ai jamais eu ton cran Moi qui savais que tu partirais. J'ai toujours su que j'allais te perdre Qu'un jour tu serai trop usée Que tu ne supporterai plus l'herbe Que je coupe sous tes pieds. Tu as choisis un autre que moi Et pour continuer ton chemin Que tu mènes du bout de ta croix Moi qui n'ai jamais cru en rien Un autre se promène à ton bras Je suis seul et je comprends enfin Ta colère et ton désarroi Moi qui n'ai jamais pris ta main. J'ai toujours su que tu partirai Que tu ne supporterai plus Mes avis sur tout sans arrêt Et mes réflexions malvenues Je n'étais pas contre le bonheur Mais lui m'a tant et tant déçu Qu'il en a transformé mon coeur En un bloc d'idées reçues. Que cet homme que je méprise Qui se pend aujourd'hui à ton cou Assure le bonheur de l'emprise du talent Et pour finir j'avoue Qu'il vaut 100 fois ma conscience mon désespoir et mes regrets, Qu'il a 1000 fois ma patience, Moi qui savais que tu partirai, J'ai toujours su que j'allais te perdre, Moi qui ne supporte pas le bonheur Moi qui ai toujours tout gâché Moi qui savais que tu partirai Moi qui savais que tu partirai Que tu partirai...

viernes, 4 de abril de 2008

Violin Spider.


El sonido del metal sobre el metal producido por el tren siempre le impresiona, la autonomía de la carga en movimiento, el gasto de energía y la fuerza que se desplaza frente a los ojos intimida su cuerpo. Le sobrecoge el temor de que en ese torrente algún átomo lo este abandonando... como las parvadas, cuando menos las espera, en un instante se llevan su ánimo, lo arrancan de sí, se esfuman decididas devorando su calma. Nicolás espera un momento para tocar las vías, para sentir el calor que guardan, para reponerse de la indiferencia del artificio de hierro. Llega a casa sin aliento, al espacio invadido por muebles como una familia muda, al silencio opresivo de su cueva.

Ahí está esperando en su guarida angular como cada día el diminuto espécimen: la Violin Spider. Saber de memoria su figura le parece imprescindible: Apéndices delgados, la gama de tonos café, la terminación del grosor de un alfiler sin el peso metálico, un artrópodo, una perfección simétrica, frágil, ajena a nuestras especulaciones pero capaz de provocar una úlcera de 25 centímetros y un dolor insoportable. Imperceptible cuando en un sueño profundo se pasea por las sábanas y la entrepierna. En el techo no se alcanza a contemplar su extrema belleza, tan inmediata como el nacimiento de una sonrisa. Si le observa en demasía sufre mareos por la situación anti gravitacional de su estar. A partir de ella Nicolás se sabe ahí, sabe que la recordará, y en la memoria de nueva cuenta será una pequeña contemplación. Cualquier cosa le regala la individualidad: los libros, la lámpara, el reloj, el tren que está pasando, las vibraciones en las ventanas, incluso los recuerdos, el deseo y la inercia, rostros de sospechosas entrelíneas. Yo sé que estuve ahí por tus manos.

Fragmentos y más fragmentos, pero el "y0" que se construye no se aflige demasiado gracias a la limitación de la memoria, la posibilidad del olvido. Nicolás siempre ha tenido un anhelo de Absoluto. La Violin Spider no se mueve aparentemente. Él piensa, en dando caso que encuentre su "yo" ¿quién? o ¿qué lo encontrará? ¿el fragmento de ser una palabra? ¿de un recuerdo? ¿de un proyecto? ¿el sonido del teléfono? Recostado sigue observando su violín mudo, sabe que ese "yo" que busca ha pasado gran parte de su vida en esa contemplación. Nicolás quiere ser todo, ser siempre, ser sin fragmentos. Pero no es religioso y mucho menos le atrae el misticismo. La Violin Spider se mueve, comienza el mareo, se siente enfermo, intoxicado. Su cosmología es amante de un artrópodo. Los sonidos del tren -violentos- comienzan a fluir en el recinto, miles de átonos en estado sólido pasan al lado de la puerta, ¿Estará presenciando el infinito? Ahí, unidos unos a otros, en el coito eterno de su inmediatez. Cierra los ojos, y sigue al sonido que agita las palabras y a la materia, seguimos. El tren es su corriente cotidiana. Y no. La parvada grita pero no son sus oídos los que perciben sino su piel, aleteo en cada poro , leteo de unos labios de bronce, se abandona a la epifanía en una araña, suprime el polvo y la vida: Aletheia. Lentamente el sueño domina los párpados, salta con sus garras de espejos oscuros y circulares.
Recuerdo un peso, mínimo, apoyado en el vientre, cada paso me provoca una pregunta, ¿por qué en los sueños hay luz? ¿cómo podemos guardar ese robo así, tan indefensos? Tranquila ha mordido nuestra piel. tranquila se retira como un placer anunciado, sus leves punzadas le dirigen a Proteo: Puede ser que "Yo" sea Er, una fabulación anónima, un balbuceo, una repetición en labios de Platón ¿Un susurro en otra lengua lejana y desconocida?
Reconozco la llanura, la soledad de su tierra, ahora el dolor se vuelve intenso, corro hacia el río para calmar mi sed, cada sorbo borra mis recuerdos, observo a mis contemporáneos. La luz nos refleja, en segundos los cambios sufridos en la eternidad, somos combinaciones atómicas, en mí discuten Orfeo y un cisne evitando contaminarse con formas de mujer. Ayax bebe primero, ansiosamente, sus garras denotan la fragilidad de una fuerza infinita, sus nombres avanzan y desaparecen: Tamiris, Epeo, Tersites, Agamenón, Nadie, ese pordiosero, triste prisionero de su fatalidad. ¿Podría ser yo un perro muerto acariciado por el Ponto al amanecer? ¿Un suceso extraño? Cualquier cosa. Un árbol viejo que nadie escucha caer desde la eternidad.
Un pensamiento le confiesa: La esfera te enveneno. El dolor se vuelve todopoderoso y bebe agua observando nuestra condición proteica, desfigurada, nada la puede contener más que esa sed infinita, sin intermediarios, beber la contradicción del río, beber desde la orilla su devenir... Despertar presintiendo que algo ha perdido, cuando la Violin Spider sigue mostrándole su dorso.

domingo, 30 de marzo de 2008

Velo Parmenidiano

Velo Parmenidiano


Recostada en el río, es el verano del 94, el calor es casi tan insoportable como los mosquitos y el olor a establo que emana la región del Bajío. Nos contaron que los vecinos del otro rancho, considerados solteros de nacimiento, subieron una pesada cruz de hierro sobre sus espaldas a la cima de una de las colinas para que les fuera concedida una mujer. Por supuesto, todavía siguen esperando esos larguiruchos y lívidos hermanos de nariz roja y dientes de maíz (piensa Rita, imaginando que la espían desde una de las milpas o matorrales). Sólo trae puesto el fondo beige y un sostén diminuto donde apenas se pronuncian los senos de una casi mujer, o al menos eso es lo que ella anhela.

Está sola, pues como siempre, se negó a dar una caminata hacia las compuertas de la presa, prefiere los bordos porque sabe que la gente bebe de esa agua que le gusta contaminar con su desnudez precoz. Si no fuera por los mosquitos sería perfecto el ambiente, el cielo azul, sin nubes, el calor seco, el clima desértico, los mezquites de aspecto cenizo, la caótica melodía de los petirrojos y sobre todo el amarillo del pasto muerto justo en la tierra, es lo único infinito de esta región. Sale del agua lodosa y hedionda, las sandalias se sumergen cada vez que camina, su cabeza tiene más tierra que todas las mujeres de la Biblia. Una vez fuera, el sonido de las dos pieles, pie y calzado, desesperan su feminidad intercambiando un aire de fineza por una gracia infantil que desea abortar. Se observa con un pequeño espejo un rato, decide que definitivamente necesita otro color sobre sus labios húmedos, húmedo como su cuerpo que reposa sobre un catre quejumbroso y elástico. Descubre bajo las frazadas el velo de noche contra los zancudos, más voraces en el campo, más molestos con ese sonido que desgarra la paciencia de cualquiera. En su monólogo interior descubre que podría ser una diosa guía de Parménides, se desnuda y acto seguido se cobija con el velo, agujereado por supuesto, ven amigo poeta a descubrir la Verdad, deja que te cubra con el velo, con mi ignorante seducción ávida de ser transgredida, si buscas el camino del ser abro las piernas, si eliges el no ser abro la boca, para reír. Nadie solicita en el oscuro silencio de la habitación estrechar la piel que ahora se queja de soledad. El claroscuro y el olor a insecticida a causa de las chinches vuelven más patética la situación de Rita, se desviste y viste de nuevo, ahora a adoptado un tono amargo, contempla a través de la ventana, que a lo lejos vienen sus familiares, muy a lo lejos, tardarán mínimo media hora en estar con ella, su estómago se queja de hambre, es un sonido hueco y monótono que se prolonga por varios segundos. Uno de los vecinos está en la puerta y se dirige hacia ella, es el menos viejo, treinta y cinco años mínimo. Le sonríe mientras se rasca el mentón, ella lo dirige totalmente, él lo adivina sin resistirse pero la mira con la maldita ternura predicada a una niña. 15 minutos calcula ella, sin pantaletas, con ropa, sin besos, con caricias, logra su objetivo… pero no sabía nada de la sangre. Busca papel y se envuelve. Ella le susurra no te quiero, él sale. Él, ya está en la puerta saludando a todos desde su camioneta. Comen, hablan, se despiden, regresan a la ciudad, a la luz, al agua caliente, al último año de secundaria.

Recostada en el río sueña con el poeta que le fue negado a su velo, la verdad se ha vuelto una elección apresurada, Rita sigue soñando desconsolada, la casi mujer es el lenguaje del río, se sonríe con el pasto amarillo, muerto e infinito. O al menos, todo eso es lo que ella anhela.

Erótica del Insomnio


De su cuerpo inconsciente bajo la noche espesa de calor y espasmos nacía un nuevo deseo; era fácil imaginar arrancarlo del mundo onírico, traspasar la piel y el sueño en un solo instante. Respirar en su cuello desnudo, falto de rigidez, gobernado por la tierna respiración, saltar a hurtadillas en su pecho sin pose, a la carne infinita con la que aparentemente convivía sin problema. Mujer, pozo sin fondo, sólo un deseo lanzado desde el secreto de la noche arranca tu grito de vértigo. Entonces, ese pozo indiferente se convierte en manantial con la curiosidad de la mano, del cuerpo, de la palabra olvidada. Muéstrame las infinitas posibilidades del amor y de la muerte. De tus muslos invento nuevas palabras: reino, colapso, destino. De tu vientre nace el miedo que me corroe, que me mantiene en vilo en la tierra, intento volver al hueco oscuro de otro mundo, una y otra vez luchamos, corremos, cerramos, suplicamos en lenguas extrañas, apenas inventadas, los adverbios copulan con nuestros verbos, estirándose entre sí, alargándose y contrayéndose en un gemido involuntario. Hundes tus manos en mi piel, como presentándome cada parte de mi cuerpo, -este es tu hombro- y mi hombro adquiere una existencia independiente, reconociéndose en el nombre, en tu boca. Hundía mi vientre en tu grito con alegría y asombro, con terror y angustia, loco frente a tu inconsciencia de sirena, abandonado en tu mar, sin brújula, a punto de morir ahogado en tu garganta que fluye, que me atrapa y clausura mi vida, la detiene en el puño, en tus yemas, en cualquier amenaza de caricia. Pero tu sueñas a mi lado sin darme tu boca, sin empañar los cristales de mis palabras, en una inocencia exquisita, pienso en robarte el aliento, evitar que despiertes porque el tiempo avanza y promete borrar tu sonrisa, volverte gravedad y pesadez hasta llegar al asfalto que nadie observa. Ahora guardas un secreto luz, en tus sueños aparecen las imágenes, se desvanecen, se traspasan y todo te habla sin distancias ni abismos, por qué no habría de regalarte un instante, un secreto que solo tú habrás de conocer, ningún continente guarda la virginidad de mi ofrenda...ni siquiera todos los dioses lo sabrían.